El 23 de abril de 2003, hace casi exactamente 21 años, un hombre de nacionalidad italiana, apodado “Marco”, decidió crear un grupo online en Yahoo!, el cual denominó noallapornodipendenza: No a la dependencia del porno.

Este grupo comenzó con el testimonio de ‘Marco’, quien contó su historia a través de un mensaje. Él describía su entrada al mundo de la pornografía como algo fascinante e increíble: tener todo a la propia disposición, de forma completa y total. Afirmaba que, al inicio, no lo veía como un problema, ni como algo que pudiese generar una carencia real en su sexualidad. La oferta de la pornografía en Internet era una oferta infinita.

Todo esto capturaba más y más su cerebro, según lo describía, y poco a poco perdía interés en la vida real. Por fuera, las personas que le conocían comenzaban a ver que algo iba mal. Ya no salía con sus amigos, no se unía a las fiestas, estaba más nervioso, más cansado. Él comenzaba a sentirse mal, pero no lo asociaba a las horas, horas y horas que pasaba frente al ordenador, viendo pornografía.

A cualquier hora del día que desease, nada más se presentaban las imágenes frente a él, se masturbaba. Él definía esta masturbación como “obsesionante”, duraba horas y horas, con su atención completamente nublada. Cada vez necesitaba más para sentir lo que sentía al principio.

Según pasaba el tiempo se sentía exhausto, y tras terminar su consumo, pensaba “no es posible, no es posible que haya estado 45 horas aquí”. Se prometía que esa habría sido la última vez. Era una destrucción progresiva. No podía continuar así.

Estuvo acudiendo a terapia con una psicóloga, pero no le hablaba de su dependencia pornográfica, principalmente porque él no sospechaba de la relación entre la visualización de pornografía prolongada y aquello que verdaderamente le preocupaba: su pérdida de interés en la vida.

Se dio cuenta de que su consumo era problemático cuando quiso tener un encuentro sexual con una mujer real. Como consecuencia del consumo impulsivo, sufría de impotencia: en el momento en el que quiso tener algo con una mujer, su cuerpo se mostró completamente impotente, era incapaz de tener una erección. Sin embargo, frente al ordenador, la impotencia desaparecía por completo.

Fue entonces cuando se propuso recomenzar.

Noallapornodipendenza

Marco, cuyo usuario era Ulisseuno 2003, tras relatar con gran valentía su historia en el nuevo grupo, afirmó que la dependencia de la ciber-pornografía es real, está muy extendida entre los hombres y es, además, patológica. Después, animó a los participantes a que se uniesen, a ser sinceros, a compartir su sufrimiento y decir lo que pensaban en sus propias palabras, sin tapujos.

El primero en unirse al grupo fue “Guido”, un usuario que, al descubrir el mensaje del fundador respondió: “Hay otras personas como yo. No estoy solo… Puedo decir lo que opino y hacerme entender, de verdad. Me siento entendido por personas que pasan por lo mismo”.

Lo que parecía como un pequeño grupo, en medio de los miles de Yahoo!, comenzó a crecer como una llama sedienta. En menos de tres semanas, el grupo ya tenía 35 miembros. Pero para Julio ya tenían más de 260, con alrededor de 700 mensajes cada mes. Al cabo de un año, el grupo se había transformado en una comunidad virtual de unos mil miembros, y cien mil visitantes. Después de dos años y medio de actividad, el grupo se componía de 2575 miembros, con una media de 270 mensajes cada mes en 2006Quién hubiese pensado que un problema del que nunca se hablaba, que parecía pertenecer a casos “raros”, aislados, necesitase tanto la aparición de un grupo como este.

Ya no era un simple grupo; era una comunidad. Un equipo de gente que contaban sus historias y se sentían comprendidos y acompañados. Un equipo de gente que estaba cansada y herida, y deseaba un cambio en su vida.

Las cuatro reglas de oro

El mensaje que inauguró el grupo en 2003 no solo contenía el testimonio de “Marco”, sino que exponía también lo que el autor denominó “cuatro puntos esenciales en la dependencia del ciberporno”:

I. “Lo nuestro no es una aberración, sino una enfermedad mental concreta, con causas claras, estudios e investigaciones sobre el tema y remedios reales”.

II. “Muchos de nosotros padecemos esta enfermedad, pero en Italia, sobre todo, la gente no está acostumbrada a hablar al respecto, probablemente porque se percibe como un signo de falta de salud sexual, de falta de masculinidad y de un erotismo fuera de lugar”.

III. “Podemos escapar de la dependencia, pero necesitamos saber mucho más de nosotros mismos, y de lo que representa la pornografía para nosotros…”.

IV. “La pornodependencia nos proporciona emociones fuertes y cómodas: para deshacernos de ellas necesitamos encontrar otras emociones, emociones que sean más fuertes, más agradables, más humanas y más en armonía con nuestra espiritualidad”.

Estos cuatro puntos fueron los cuatro pilares de un grupo en el que la gente sanaba. Con solo cuatro, consiguieron quitar las etiquetas de miles de personas que pensaban que eran “monstruos” o que “estaban sucios”, tal y como ellos redactaban en sus mensajes. Estas reglas de oro se convirtieron en una bandera que aseguraba que, tras esta batalla, había una salida. Había esperanza para liberarse de la adicción.

Cada uno contaba su historia, contaba cómo esta dependencia se había apoderado de su autoestima, de su interés por el día a día, su concentración y sus vidas sexuales con sus parejas. Muchos de ellos hablaban de un aislamiento doloroso y progresivo de su mundo exterior. Ya no les interesaba pertenecer a él. Pero tampoco sabían parar.

“Marco” entendía cómo se sentía sufrir de un problema que escapaba su control. Entendía lo que era sentirse juzgado, juzgarse a sí mismo, y a la vez, no poder parar. Más tarde, el fundador del grupo reveló su verdadera identidad, su imagen, su carrera laboral e incluso sus números de teléfono. Siendo su verdadero nombre Vicenzo Punzi, accedió a entrevistas en revistas conocidas, e incluso contó su testimonio en programas de televisión italianos populares, al igual que en la publicación de su primer libro.

Nunca estás solo

El grupo se componía de todo tipo de personas. La mayoría eran hombres adultos. Muchos de ellos eran estudiantes universitarios, al igual que hombres solteros con títulos académicos. Había administradores de empresas, gerentes, profesores, informáticos, ingenieros, arquitectos y paramédicos. Algunos de ellos reportaban haber sido adictos previamente a sustancias como cocaína, heroína o alcohol. Otros narraban sus historias de abuso infantil, sus batallas contra la depresión o el insomnio, e incluso lesiones físicas graves de discapacidad.

Cada uno tenía su historia, y encontraban su consuelo en narrar en libertad. Encontrar sus propias palabras, y que su voz pudiese ser escuchada y comprendida. El anonimato que se daba en el grupo creaba una oportunidad para que cada miembro se abriese de forma genuina, sin necesidad de cohibir parte de su historia o personalidad. No solo fue “Guido” el que se sentía menos aislado, sino que todos los miembros del grupo referían encontrar un verdadero consuelo en esta comunidad.

Un sitio donde contar TU historia

Gabriel Cavaglion, en el año 2008, se dedicó a estudiar este grupo virtual de ayuda y reunir múltiples conclusiones en un estudio científico. Analizando la esencia que caracterizaba a esta comunidad, afirmó que un aspecto clave es que el grupo animaba de forma explícita a que cada persona relatase su historia particular y destapase los verdaderos sentimientos que ésta le producía.

La capacidad de contar la propia historia, sin dejar nada fuera, puede convertirse en un verdadero antídoto para la adicción a la pornografía.

Todos necesitamos una comunidad en la que se nos recuerde que nuestro valor y dignidad no dependen denuestros actos, mucho menos de un problema que pueda escaparse de nuestro control. La adicción a la pornografía, tal y como noallapornodipendenza demostró, tiene nombre y apellido: no es una aberración, sino un comportamiento estudiado, lleno de tabús, pero también de remedios. Pedir ayuda es uno de ellos.

Familiares, amigos, profesionales o grupos de ayuda. Encontrar un espacio en el que poder contar TU historia puede ser el primer paso para darle una vuelta a tu vida.

 

Referencias:

Cavaglion, G. (2008). Cyber-porn dependence: Voices of distress in an Italian Internet self-help community. International Journal of Mental Health and Addiction, 7(2), 295–310. https://doi.org/10.1007/s11469-008-9175-z

Testimonio en italiano de Vicenzo Punzi: https://www.youtube.com/watch?v=MrYYs0AWc6A

https://www.noallapornodipendenza.it/