Los síntomas y las sensaciones de una persona que consume pornografía con frecuencia pueden ser muy variados. Este relato, en apariencia descorazonador, muestra de manera muy viva y detallada algunos efectos en la vida diaria. Aquí radica el interés de estos párrafos. Además, estamos seguros que detrás de un testimonio así, donde parece que no hay esperanza, podemos ver a una persona que quiere, que busca, que anhela una salida. Y la encontrará. Si no, nunca hubiera mostrado así su intimidad. Enhorabuena.


 

Llevo sufriendo los perjuicios del consumo abusivo de pornografía desde hace prácticamente ya seis largos años.

Actualmente tengo 26 años. He consumido pornografía de forma habitual, por lo menos, desde que tenía 13 o 14 años. Desde 2014 en adelante, he realizado un consumo -que yo califico subjetivamente como “abusivo”- de material pornográfico. Desde ese año en adelante, mi ritmo de consumo fue en aumento, llegando a pasarme horas frente a la pantalla y buscando emociones cada vez más fuertes, saltando de temática en temática. Paulatinamente, la pornografía que veía se iba alejando cada vez más y más de lo que yo siempre había identificado como mis gustos sexuales, lo que me generaba -y me genera- sentimientos de vergüenza, culpa, disonancia mental y una angustiosa sensación de descontrol e impotencia. Durante una época -desde 2016 hasta bien entrado 2018- perdí prácticamente todo mi apetito sexual y sufrí ataques dolorosos de hipertonía en el suelo pélvico.

A partir de 2017 intenté, por todos los medios, cejar en el uso de la pornografía. Sin embargo, nunca he llegado a conseguirlo, ni siquiera tras iniciar una relación con la que es mi actual pareja. El período máximo de tiempo durante el que he podido estar sin ver pornografía ha sido, como mucho, de un mes. Pero siempre acabo cayendo. He intentado apoyarme en apps motivacionales que aprovechan el potencial de las mecánicas de gamificación, y también he probado a usar programas que permiten a mi pareja hacer un seguimiento de las páginas web a las que accedo en Internet, pero ni tan siquiera eso ha sido suficiente para recuperar el control sobre mis impulsos.

Ello no sólo impacta en mi estado emocional, sino también en el de mi novia, que en ocasiones no se siente deseada y sufre porque sabe que no puedo resistirme a consumir pornografía incluso aunque soy plenamente consciente de que sería mucho mejor para mí poder mantener una sexualidad sana y plena con ella.

Lo que aquí os explico me genera una frustración y una sensación de inutilidad o falta de fuerza de voluntad profundamente dañina, dado que siempre he podido dejar de incurrir en aquellas conductas que creía que eran negativas o inadecuadas para mí. No obstante, el porno es la excepción. Es superior a mi fuerza de voluntad. He hecho mil planes para intentar dejarlo, pero ninguno ha resultado. Soy absolutamente incapaz de superarlo por mi cuenta.

Hace mucho tiempo que apenas disfruto de la vida. Llevo años sin tener un sueño reparador, me levanto siempre extremadamente cansado y ya no experimento placer al hacer las cosas que antes me gustaban, incluidos mis hobbies de toda la vida. Además, tengo la sensación subjetiva, real e hiriente de haber perdido muchísima capacidad de concentración. Siempre he sido muy trabajador, estudioso y nunca he tenido problemas para concentrarme, pero desde hace 3 o 4 años soy incapaz de sentarme a leer o escribir algo relacionado con mi trabajo sin distraerme. No sé bien cómo explicarlo. Muchas veces me entran dolores de cabeza al trabajar y siento una resistencia brutal a hacer cualquier tarea que requiera un esfuerzo cognitivo moderado o que exija estar concentrado durante un período sostenido de tiempo. He perdido la motivación. Lo único que me apetece hacer es mirar el móvil y saltar de página web en página web. Siento que estoy empeorando gradualmente y que cada vez soy más disfuncional.

No negaré que soy una persona muy perfeccionista y que tengo una tendencia clara a la autocrítica -muchas veces, no demasiado constructiva- y a flagelarme mentalmente de forma continuada, y eso -evidentemente- puede que influya en la aparición de pensamientos obsesivos o intrusivos sobre mi falta de pericia y mi inutilidad, que a su vez acaban dificultando que pueda concentrarme o que pueda disfrutar de mi trabajo o de mis aficiones.

Seguramente eso sea algo que tenga que trabajar mediante terapia cognitivo-conductual, pero no sé si eso es la única explicación a cómo me siento. No sé si el problema está únicamente “en mi cabeza” o si hay otros factores externos que estén causándolo o empeorándolo, por así decirlo. Creo que el consumo de pornografía puede estar afectándome desde el punto de vista químico-psíquico.