Hace unos días, la red social X -antes Twitter- ha anunciado un cambio en sus políticas: a partir de ahora permitirá publicar contenidos pornográficos explícitos en la red. En realidad, poco cambia, en el sentido que de hecho ya permitía desde hacía tiempo los contenidos pornográficos en la plataforma. Sin embargo, es ahora cuando X ha decidido anunciar de forma oficial esta nueva política. ¿En qué consiste concretamente el anuncio?

Se trata de una política explícita, en la cual se especifican ejemplos muy claros, ahora permitidos, como representaciones de desnudez tanto total, como parcial (incluidos primeros planos de genitales, nalgas o pechos), comportamientos sexuales explícitos o implícitos, incluyendo actos simulados como relaciones sexuales, y otros comportamientos de índole similar. Es decir, se permite todo: imágenes pornográficas, tanto reales como generadas por inteligencia artificial, o mediante dibujos animados, incluyendo el anime.

La red social específicamente señala que permitirá “desnudos de adultos o comportamientos sexuales pornográficos destinados a provocar excitación sexual”. Es decir, cualquier tipo de contenido pornográfico, sin necesidad de mayor concreción.

¿Realmente un derecho?

¿Bajo qué necesidad se produce este cambio en su política? La red social sostiene que “los usuarios deben poder crear, distribuir y consumir material relacionado con temas sexuales siempre que sea producido y distribuido de forma consentida. La expresión sexual, ya sea visual o escrita, puede ser una forma legítima de expresión artística”. ‘X’ defiende que la expresión sexual mediante imágenes pornográficas es un derecho al que la persona “debe” poder tener acceso. Y, es más, no es solo un derecho sino una manera de expresarse, expresar las creencias y deseos propios, y expresarse de forma artística.

Esta justificación debería ir generando determinadas preguntas en nosotros, como sociedad: ¿la sexualidad es arte? Es decir, ¿es la sexualidad un producto para el entretenimiento y contemplación de otros? Si así es como pensamos, cabe reflexionar sobre qué tipo de entretenimiento consumimos hoy en día… ¿Es lo mismo para el ser humano un contenido altamente sexualizado que uno que no lo es? ¿Es lo mismo un meme sobre algún suceso cotidiano, que un vídeo pornográfico?

La red social de Elon Musk argumenta además que creen en “la autonomía de los adultos para participar y crear contenidos que reflejen sus propias creencias, deseos y experiencias, incluidas las relacionadas con la sexualidad”. Es decir, este cambio tan radical en la red social se apoya en la afirmación de la propia libertad. Se transmite un mensaje claro: que la expresión sexual se basa en la autonomía personal. Uno debe ser libre de expresar su sexualidad al mundo si lo desea.

Pero bajo un mensaje aparentemente liberador, de nuevo se generan ciertas contradicciones sobre las que merece la pena reflexionar: ¿acaso la pornografía es una expresión de sexualidad? ¿O sería más bien una distorsión de esta? Se trata de una sensación falsa de libertad, en la que se defiende que, a mayor desinhibición, mayor felicidad. ¿Verdaderamente somos libres en una sociedad encaminada a la hipersexualización? ¿O parece que nos volvemos esclavos de una sexualidad mal vivida?

Ningún tipo de protección

Por otro lado, surge la cuestión de si se impone algún tipo de límite al contenido pornográfico aceptado. La red social permite “compartir desnudos o comportamientos sexuales de adultos, producidos y distribuidos de forma consentida, siempre que estén debidamente etiquetados y no se muestren de forma prominente”. Sin embargo, tal y como se observa en la industria pornográfica, la mayoría de estos contenidos no conllevan un verdadero consentimiento, ni tienden a ser precisamente poco prominentes… No se puede ignorar esta realidad. Hay que preguntarlo: ¿qué sistema se propone para garantizar que dichos contenidos sean consentidos y adecuados?

Se menciona que también prohíben contenidos que “fomenten la explotación, la falta de consentimiento, la cosificación, la sexualización o el daño a menores, y los comportamientos obscenos”. Si, hipotéticamente, eliminásemos cada vídeo o imagen pornográfica que cumpliese con estos requisitos, probablemente no serían muchos los contenidos restantes. La industria de la pornografía lleva años y años de historial demostrando exactamente esto: que la pornografía cosifica, sexualiza, daña y fomenta la explotación. ¿De verdad se va a ignorar esta realidad?

La única compensación que propone la empresa es “restringir” la exposición de estos contenidos a los menores o los usuarios adultos que decidan no verlos. Por ejemplo, no se permitirá que este tipo de contenido se exponga en zonas de mucha visibilidad como las fotos de perfil. Esta restricción se basa en la petición a los usuarios de que incluyan un aviso correspondiente al subir una publicación pornográfica, ajustando la configuración previamente. Sin embargo, esto no es del todo necesario; es decir, se puede publicar el contenido pornográfico sin incluir un aviso. Aunque, la empresa defiende que, si detecta publicaciones sin el aviso necesario, ajustará la configuración de las mismas.

¿Es verdaderamente efectivo esto que proponen a la hora de proteger a quienes no deben encontrarse con este contenido? ¿O parece más bien un intento insulso para ahorrarse determinadas consecuencias?

En cuanto a los menores, se menciona que aquellos que indiquen en su perfil una edad menor a los 18 años, o aquellos sin fecha de nacimiento, no podrán hacer clic para ver el contenido. Sin embargo, este clic aparecerá únicamente en aquellas publicaciones marcadas por el aviso. Por lo que, en realidad, en la red circularán imágenes sin aviso, las cuales serán perfectamente visibles para aquellos menores de edad. A esto se le suma que la red social no exige de forma alguna comprobación sobre la edad de sus usuarios.

Por ello, podríamos decir que, a raíz de este cambio, X se convierte en una plataforma en la que tanto adultos como menores pueden “disfrutar” compartiendo y expresando su sexualidad.

Un paso para atrás

Tras este cambio, radicalmente distinto a las políticas de otras redes sociales como Instagram o Facebook, se esconde un importante mensaje: cualquier contenido es válido para cualquier público. Y es un mensaje que no debería ser pasado por alto, sobre todo porque NO cualquier contenido es válido, ni para determinados públicos.

Decir que la “expresión sexual” equivale a publicar contenidos pornográficos, es tener un conocimiento muy escaso sobre qué es la sexualidad y cómo vivirla de forma sana. La pornografía, o cualquier contenido creado para provocar la excitación sexual, dirige nuestra sexualidad hacia el consumo. Consumir vídeos, consumir juguetes sexuales, o páginas web. ¿Acaso significa eso sexualidad?

La sexualidad sana no puede estar más alejada de un consumo desenfrenado. Es una sexualidad que abarca el erotismo, el placer, la intimidad… La relación con otro, en el que se comparten experiencias de conexión y comunicación a través del propio cuerpo.

La palabra ‘consumo’ y la palabra ‘sexualidad’ juegan en equipos contrarios, son antagónicas. La sexualidad nunca va a ser un producto, y, por ello, nunca va a poder expresarse mediante productos. Si te venden un producto sexual, ya sea artístico o no, lo más probable es que no sea sexualidad, sino pornografía. No debemos caer en la trampa de pensar que son lo mismo.

La red social X pretende ignorar cada uno de los peligros que surgen al exponer a un nuevo público ante contenidos pornográficos. La falta de restricciones permite que menores accedan a un medio en el que publicar contenidos sexuales, permite que estos mismos menores se encuentren con contenidos que pueden dañar su desarrollo, y permite que la industria de la pornografía se expanda, con todos los estragos que continúa causando a su alrededor…

No debemos revestir la industria pornográfica como una industria de “expresión sexual”, porque la sexualidad es mucho más que un simple consumo. Con este cambio, Elon Musk nos ha demostrado todo lo que aún queda por hacer en la lucha contra una industria tan dañina.

Querido Elon, no todo vale, porque no todo es lo mismo.

 

Referencias:

El País, 4 junio 2024.

The Guardian, 4 junio 2024.

Illustration by Jackie Lay/NPR