Siempre es interesante analizar elementos de nuestra vida cotidiana y ver la influencia que ejercen en la sociedad. Por ejemplo, quién no ha escuchado nunca una canción de reggaetón o trap. Simplemente con encender la radio y poner cualquier emisora de música actual, ese ritmo –o mejor, ritmazo- caribeño no tardará en aparecer en nuestros altavoces.
Con este artículo, lo único que queremos es invitar a hacer una reflexión sobre un hecho muy presente en nuestras vidas, aunque no nos demos cuenta.
La tónica general de estas canciones es una reducción material de la mujer. Se ‘’canta’’ a sus capacidades físicas para hacer despertar en el hombre un sentimiento de atracción.
Todos sabemos que la música juega un papel importante en nuestras vidas. Casi todo el mundo tiene un grupo, un género musical o una canción que cuando la escucha, se emociona, se motiva, se le pone la piel de gallina. Y es porque lo musical, debido a nuestros sentimientos, despierta en nosotros reacciones de todo tipo.
Por esta razón, podemos afirmar que sí, la música nos influye.
Una primera conclusión hasta aquí: es conveniente reflexionar sobre el reggaetón y sus letras, y ver cómo están influyendo en los jóvenes, en los adolescentes.
Un ejemplo. Cuatro Babys de Maluma:
Estoy enamorado de cuatro babies
Siempre me dan lo que quiero
Chingan cuando yo les digo
Ninguna me pone pero(…)
Otro ejemplo, de los mayores pelotazos comerciales, fue “Atrévete-te-te” (2005), de Calle 13, donde describían el atractivo de los cuerpos femeninos exuberantes:
Yo te lo juro de que por ley
aquí ‘toas’ las boricuas saben karate
ellas cocinan con salsa de tomate
mojan el arroz con un poco de aguacate
pa’ cosechar nalgas de catorce quilates.
Con estas dos estrofas basta. El resto, más de lo mismo. Se refleja de una manera nítida la condición de la mujer en estas canciones, mero objeto para el goce personal.
¿Y esto está relacionado con la pornografía? Por supuesto. Son vivos reflejos del mismo tipo de situación a la que es reducida la mujer en cualquier material pornográfico. Nos lo recuerda Maluma: “Siempre me dan lo que quiero”.
Como sin darnos cuenta…
Los jóvenes de hoy, desde temprana edad, estamos expuestos a todo tipo de material con contenido similar a este. La diferencia es que la música es algo que se nos introduce en nuestra mente como por ósmosis. Es pegadiza, tiene buen ritmo, y las letras son fáciles de recordar. Pero no nos damos cuenta de que afecta a nuestra manera de pensar y a nuestra manera de ver, pero no con los ojos de la cara, sino con nuestra vista racional y emocional. Van creando capas en nuestra manera de entender el mundo y esto influye en nuestro ámbito social.
Si vamos a establecer algún tipo de relación social (que implica algo de nuestro yo emocional) y tenemos creadas capas que tergiversan nuestra manera de ver el mundo, a la hora de comenzar dicha relación se verá afectada. Y lo peor de todo es que puede ser que no nos demos cuenta de que en nosotros hay pensamientos o actitudes que no hubiéramos aceptado.
Con todo esto, no estamos diciendo que tengamos que auto-culparnos por lo que oímos. Nos referimos a que hay que ‘darle una vuelta’ a todos estos temas.
Como conclusión, una pregunta al aire: cuando presenciamos acciones machistas como comentarios despectivos a una mujer, ¿nunca nos hemos imaginado de dónde pueden venir? Quizá la culpa no sea del reggaetón, pero mientras tengamos presentes elementos como este tipo de canciones o estemos tan expuestos a materiales en los que no se respete la dignidad de las personas, y en este caso en especial, de las mujeres, no seremos capaces de avanzar hacia un mundo mejor, más igual, más libre.
Porque la letra importa.