Salir de una adicción no es fácil, como es sabido. Más bien todo lo contrario. Implica todo un proceso que puede ir más o menos rápido dependiendo del caso y la persona. Sin embargo, todo comienza en un mismo punto: con la decisión firme de proponerse salir de la adicción. Una vez se decide, comienza un proceso estudiado por muchos autores. Y se trata de un proceso que es de todo menos lineal.
En la década de los 70, profesionales de la ayuda como los psicólogos, sostenían que la responsabilidad de cambiar recaía exclusivamente en el paciente. Aquellas personas que no conseguían cambiar, ni siquiera con tratamiento, se consideraban faltas de interés, de pobre motivación o personalidad “resistente”. Esta mentalidad, sin embargo, no llevaba a muy buenos resultados…
Hoy en día se ha descubierto la presencia de un «personaje» muy importante, siempre presente en todo proceso de cambio, ya se trate de una adicción o de un deseo de cambio más simple (como querer dejar un mal hábito). Se trata de la ambivalencia: la presencia simultánea de los motivos a favor y en contra del cambio. Es la imagen personificada de las largas listas llenas de pros, pero también de contras; la cuestión “¿y si…?”, pero también la contemplación de pérdidas y la dificultad del esfuerzo que se ha de realizar.
Este personaje nos lleva a dar vueltas y vueltas antes de finalmente decidirnos, lo cual puede complicar aún más el recorrido de salida para alguien sumido en una conducta adictiva… ¿Cómo podemos pasar de la ambigüedad a la decisión? ¿Y de la decisión a la salida?
Peldaños en el proceso de la adicción
Una de las teorías más conocidas sobre el cambio es el Modelo Transteórico. Se trata de un modelo efectivo, científicamente comprobado a lo largo de innumerables artículos. Se basa en una idea tan simple como que el cambio es un proceso a lo largo del cual se dan distintas etapas, con distintos niveles de motivación.
Según este modelo, puesto en práctica de forma especial en la drogadicción, existen cinco peldaños en la escalera que supone salir de una adicción. El primero es conocido como la etapa de precontemplación. Una persona que se encuentra en esta etapa ni siquiera reconoce que necesita cambiar. A pesar de las múltiples consecuencias negativas que pueda estar viviendo a causa de su conducta, la persona no reconoce el problema. A menudo niega las acusaciones de otros y/o racionaliza argumentos a favor de mantener su situación. Muchos se han resignado a su situación, creyendo que no pueden cambiar. Otros, simplemente disfrutan de la cara buena de la moneda, y no desean movilizar su situación.
La segunda etapa sería conocida como la contemplación: la persona comienza a ver que quizá exista un problema, y la ambivalencia entra en escena. En esta etapa es más capaz de escuchar información distinta sobre su conducta, analizar y comparar. Sin embargo, permanece la tendencia a favorecer los aspectos positivos. Aún no existe un compromiso fijo de lanzarse a la acción, pero la persona se abre a analizar alternativas, siendo muy frecuente escuchar el “pero”… Por ejemplo: “sé que las drogas me traen problemas, pero mis amigos las consumen”.
En la siguiente fase la situación comienza a batir sus alas: existe conciencia del problema y la persona se visualiza a sí misma cambiando. Sin embargo, aún no hay una certidumbre completa sobre qué pasos seguir o qué decisión se debe tomar. Se trata de la fase de preparación, donde lo más eficaz es establecer un plan de acción, a ser posible, con otras personas que puedan ayudar y animar a dar el salto.
En la fase de acción, finalmente la persona muestra disposición completa a cambiar y dejar atrás aquella conducta adictiva, siguiendo el plan trabajado en la fase previa. Al principio se genera una ruptura, que provoca sentimientos desagradables: tristeza, angustia al abandonar un hábito que tan cotidiano podía ser para la persona. Es por ello que es sumamente importante el apoyo, tanto social como profesional. Pronto, la persona persevera, comienza a ver cambios palpables y darse cuenta de su propia eficacia en lo que se propone.
La última etapa es la de mantenimiento. Se vuelve esencial identificar qué situaciones son desencadenantes, desarrollar estrategias adecuadas y comenzar a vivir esa “nueva vida” sin la adicción. La persona va alcanzando las metas propuestas y su objetivo es mantener los logros. Sin embargo, acecha un riesgo: la recaída.
Recaídas y mentalidad perfeccionista
Tras la fase de acción, las recaídas pueden ocurrir en cualquier etapa. No solo se trata de reincidir en la conducta adictiva, sino de volver a la mentalidad que se mantenía en alguna etapa previa, como por ejemplo pensar que “quizá el cambio no mereciese tanto la pena”.
Sin embargo, existe un gran enemigo en la recaída: la autocrítica. Esta no es mala de por sí, ya que forma parte de una autoexigencia que nos impulsa a conseguir lo mejor de nosotros mismos; pero también nos presiona y nos lo pinta todo bajo una luz desesperanzadora. Tras todo el esfuerzo realizado en las cinco etapas de cambio, no es poco frecuente que surja una recaída y se dispare la autocrítica. Muchas veces, por una recaída, saltan pensamientos como “no ha servido de nada todo el esfuerzo”, o “nunca voy a conseguir salir de la adicción”, “soy un flojo o muy débil”, etc.
Las recaídas, sin embargo, son parte del proceso, del «juego», podríamos añadir en lenguaje coloquial. Es decir, conforman un peldaño en el ciclo de salida. Quien sube un peldaño, aunque simule una bajada, se encuentra más cerca de lograr lo que busca de lo que cree. Las recaídas pueden convertirse en oportunidades para aprender y retomar el proceso desde una perspectiva nueva.
Por eso es importante abordarlas con compasión, con la certeza de que somos capaces de mantener el cambio, incluso a pesar de un bache en el camino. Días, semanas o meses de un logro mantenido pesan mucho más que un día de recaída, y hablan mucho más de nosotros. Las recaídas puede tenerlas cualquiera, según el modelo, pero el deseo de construir una vida sin adicciones es la verdadera hazaña.
A la búsqueda de mi recorrido
El modelo transteórico de cambio tiene mucho que aportarnos a todos, ya que no habla solo de la adicción. El cambio es un reto al que todo ser humano se enfrenta en algún momento de su vida. Ya sea dejar de fumar, dejar de morderse las uñas o dejar de consumir pornografía: estas cinco fases me acompañarán, siguiendo su ciclo.
Para las personas adictas, o quienes están con un consumo problemático, sin embargo, puede ser de especial ayuda escuchar que hay un proceso, y que quizá no sea yo el primero en recorrerlo: existen casos anteriores al mío que han logrado el éxito, a pesar de la ambivalencia, la autocrítica y las recaídas.
Por eso, debemos apoyarnos en estas teorías que tanta ayuda han brindado, y exprimir la sabiduría que podemos extraer de ellas. Si yo ahora me enfrento al cambio, ¿en qué etapa me encuentro? ¿Y qué necesito en ella? ¿Cómo puedo buscar la ayuda adecuada? Cada progreso, cuenta. Quédate con las pequeñas victorias, y conviértelas en algo grande.
Referencias:
1. Northeast and Caribbean Addiction Technology Transfer Center. (Febrero, 2021). Modelo transteórico del cambio.
2. Manual “La Entrevista motivacional” de William R. Miller y Stephen Rollnick (2015). 3ª edición.
3. Libro «In the shadows of the net». P. Carnes, D. Delmonico y E. Griffin. (2008). Ed. Hazelden.
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