Es sabido que en los últimos tiempos el negocio de la pornografía va girando a modelos más personales, autogestionados, sin las exigencias propias de la industria. Lo que ahora se lleva es que uno o una se convierta en dueño de su trabajo, de su tiempo, de su cuerpo. El ejemplo más conocido es OnlyFans. No tienes jefe, o el jefe eres tú mismo. Suena bien, atractivo. Veamos en este artículo que no es oro todo lo que reluce, ni mucho menos. O que quienes relucen son más bien una minoría.

El beneficio de Onlyfans, como nos muestra este tuit y la información aparecida en diversos medios, está fuera de todo duda: más de 430 millones de euros en año fiscal 2021. En este nuevo «sueño americano» lo primero que llama la atención es que cualquiera puede ganar dinero, mucho dinero, y la realidad evidentemente no es así. Con frecuencia, aparecen noticias sobre lo que gana un actor o actriz, un o una performer, por subir fotos o vídeos a su perfil de esa plataforma. Lo que no salen son los fracasos de tantos y tantas después de intentarlo. Como es conocido, el 20% de los ingresos son para la banca, para la empresa.

Por otro lado, que no tengas a nadie como jefe, simplemente significa eso, que ahora eres tú quien decides. Pero debes hacerlo y la competencia es feroz y lo que antes no estabas dispuesto a publicar o a mostrar, quizá empieces a dudar cuando veas que no llegan los euros esperados. Como señalan algunos actores o actrices, al final terminas haciendo más, enseñando más, de lo que te proponías al comienzo.

En un reportaje de un diario español, cuyo título era «OnlyFans, el proxeneta digital», destacaba enseguida una declaración directa, contundente: «Empiezas con fotos en ropa interior, pero al mes ya tienes que pasar a escenas de sexo». Y más adelante, una conclusión más general. «Todo lo que haces con tu cuerpo va a afectar a las demás mujeres. Formamos parte de un todo, al crear contenido en OnlyFans estás lanzando un mensaje al mundo que es exactamente el mismo mensaje que han lanzado toda la vida los hombres. Consentimos nuestra opresión a cambio de dinero».

Por otra parte, como investigó este año el periodista Ezra Marcus, periodista del New York Times, en muchas ocasiones empresas intermediarias entre el actor/actriz y el cliente, se encargan de contratar ‘chateadores’ que se hacen pasar por los propios actores o actrices y que responden en su nombre. En el caso de OnlyFans, en muchos casos se trata de filipinos o sudafricanos que conocen, en este caso, el inglés y que por sueldos irrisorios interactúan como si fueran ellos mismos los actores. Lógicamente, el cliente final piensa que está hablando o chateando con el verdadero perfil al que está suscrito.

Mi cuerpo, mi marca personal, mi producto

Acabamos con un ejemplo reciente. Hace unos días, en un programa informativo(1) de una televisión en España, se entrevistó a un actor porno español (en concreto de Sevilla, aunque de nombre inglés). Contaba cómo había cambiado su trabajo en el mundo de la pornografía, ahora más en formato autónomo, con su propio perfil. Hablaba de sus nuevas creatividades, del cuidado de su marca personal. Se definía como «creador de contenido». La verdad es que la expresión es perfecta: nada tiene más prestigio que alguien creativo y que da importancia al contenido, no a lo accidental. El contenido es el rey es una frase típica y muy manida en el ámbito del periodismo y la comunicación. El cambio de actor porno a creador de contenido es interesante. No es un trabajo cualquiera: hablamos de todo un creador  que además elabora contenido. Y qué contenido.

Las palabras importan. Y en ocasiones, más que el contenido. Pero que nos nos engañen: si alguien quiere mostrar su cuerpo del modo que quiera, adelante. Pero, por favor, no les llamemos creadores de contenido.

 

(1) La entrevista se puede seguir a partir del min. 54.