El Día internacional de la Mujer es una buena ocasión para ayudar, acoger y mostrar una realidad poco conocida en el mundo de la pornografía. Ellas sufren detrás de la pantalla, en un mundo dirigido y enfocado al disfrute del varón, pero también cada vez es mayor el número de mujeres adictas a la pornografía, o con un consumo perjudicial.

El Comportamiento Sexual Compulsivo, que incluye el uso problemático de la pornografía, ha sido recientemente incorporado por la Organización Mundial de la Salud como un tipo específico de trastorno dentro de la Clasificación Internacional de Enfermedades (ICD-11). La prevalencia -porcentaje de población total afectada- de este trastorno ya se encuentra alrededor del 7%, un índice realmente preocupante que lleva a muchos a plantear este problema como un asunto de salud pública.

Tradicionalmente, la adicción a la pornografía se ha relacionado de forma más concreta con el sexo masculino, ya que la mayoría de las personas que padecen dicha adicción son hombres. Sin embargo, los últimos datos de diversos estudios van confirmando que la pornografía está afectando negativamente cada vez a más mujeres.

Hace escasos meses se publicaron en la revista Neuropsychiatric Disease and Treatment los resultados de un importante estudio (Kowalewska, Gola, Kraus & Lew-Starowicz) en esta línea, el cual ha cruzado datos de más de 10.531 investigaciones clínicas sobre este tipo de trastorno, tratando de diferenciar por sexo. En una encuesta realizada a 1059 mujeres estadounidenses (Grubbs), la respuesta afirmativa a la afirmación “soy adicta a la pornografía” fue del 3%. En otra encuesta realizada en el mismo país a 1174 mujeres, la American National Survey of Sexual Health and Behavior, el 7% de las mismas presentó una alta probabilidad de tener un diagnóstico de Comportamiento Sexual Compulsivo.

En el estudio antes referido, los resultados evidencian que las mujeres que padecen ansiedad o problemas con el alcohol son más proclives a hacer un uso problemático de la pornografía. Después de introducir la orientación sexual como posible criterio de clasificación en el marco de este estudio, las mujeres homosexuales presentaron niveles significativamente más altos de compulsividad sexual que las heterosexuales, a diferencia de los hombres, donde dicho criterio de orientación sexual no arrojó resultados comparativamente relevantes.

Si bien es cierto que algunos de los resultados de este análisis arrojan datos interesantes, en las conclusiones del mismo los autores reconocen que el estudio no muestra un claro e inequívoco entendimiento de los patrones femeninos del Comportamiento Sexual Compulsivo, y que es necesario abrir nuevas vías de investigación en esta materia para comprender mejor y de manera más eficaz, desde un punto de vista clínico, la tendencia al alza del número de mujeres afectadas por el uso problemático de la pornografía.

Sin embargo, lo que sí podemos afirmar es que las mujeres, aunque proporcionalmente padecen en menor medida la adicción a la pornografía que los hombres, sí sufren las consecuencias de este problema en primera persona. La industria pornográfica continúa lucrándose a costa de la cosificación e hipersexualización de las mujeres, en mayor medida que la de los hombres.

En este sentido conviene citar el estudio Aggression and Sexual Behavior in Best-Selling Pornography Videos: A Content Analysis Update, el cual, después de analizar más de 300 películas pornográficas de entre las más vistas, concluyó que el 88,2% de las escenas contenían agresiones físicas, siendo mujeres el 95% de las víctimas de tales agresiones.

Además, la relación entre el aumento exponencial de abusos y agresiones sexuales sufridos por mujeres también tiene relación con el aumento del uso problemático de la pornografía por parte de los varones, tal y como señaló la Fiscalía General del Estado en su Memoria Anual. Esa misma relación se demostró en el estudio The use of sexually explicit stimuli by raptists (Marshall, 1988), el cual evidenció que el 83% de los menores de edad condenados por violación eran consumidores habituales de pornografía extrema.

Otra de las consecuencias de la adicción a la pornografía que sufren las mujeres, aun no siendo ellas quienes padecen dicha adicción, es la de la explotación sexual y la trata de personas, tal y como denuncian distintas asociaciones especializadas en este tema y como la propia policía ha evidenciado tras diversas operaciones de desmantelamiento de redes de pisos de prostitución clandestina promocionada a través de portales web pornográficos.

Desde Dale Una Vuelta seguiremos trabajando por ayudar a todas y cada una de las mujeres que acudan a nosotros a causa del uso problemático de la pornografía. También seguiremos realizando nuestra aportación a esta causa a través de la elaboración y divulgación de informes científicos y de proyectos de ayuda y de formación.