Ahora que comienza el año nuevo, se inaugura el momento por excelencia en el que proponerse nuevas metas y evaluar los propósitos del año pasado. Los gimnasios se llenan de nuevos usuarios y la gente empieza a comprar comida sana. Esta época del año revela una realidad humana fundamental: en el fondo, todos deseamos cuidarnos, y tener buenos hábitos. No solo eso, sino que además sabemos perfectamente cómo hacerlo. Aunque lo verdaderamente difícil sea mantener la constancia…

En las adicciones pasa algo similar. Cuando una persona se encuentra en un proceso de recuperación, se le recomienda encarecidamente mantener hábitos saludables de vida: higiene del sueño, alimentación, deporte y una rutina estructurada. Esto parece la solución a todos los problemas, recomendado tanto por médicos, como por psicólogos.

¿Por qué son tan importantes los hábitos, especialmente en una adicción?

De hábito en hábito

No se puede decir que un hábito y una adicción sean lo mismo; pero sí que sus definiciones comparten elementos esenciales. El hábito es un comportamiento repetido con regularidad, integrado en el día a día, y tras un tiempo, automatizado por nuestro cerebro para “consumir” menos energía o esfuerzo. Incluye comportamientos desde los más sencillos, como lavarse los dientes antes de acostarse, hasta otros muy complejos, como cocinar algún plato complicado determinado día de la semana.

Aquella conducta que hemos repetido una y otra vez se nos hace más fácil de llevar a cabo. El clásico ejemplo es la conducción: la primera clase de conducir es todo un esfuerzo, mientras que años más tarde uno se pregunta cómo ha llegado hasta su casa sin ni si quiera darse cuenta. Así funcionan los hábitos.

La adicción en muchas ocasiones se ha considerado lo contrario a un hábito saludable: se trata de una conducta (consumir drogas, comprar compulsivamente, etc.) que se lleva a cabo repetidamente y, por ende, termina por integrarse en la rutina de la persona. Aunque la adicción se diferencia en un punto radical: lentamente despoja a la persona de su capacidad para funcionar con normalidad en todas o casi todas las áreas de su vida.

Es decir, la adicción es un hábito (o un conjunto de ellos) que se vuelve en nuestra contra. Sin embargo, no se forma porque sí. Al principio, repetimos la conducta adictiva por el placer que nos otorga, ya sea aliviando algo molesto (por ejemplo, el aburrimiento) o brindándonos algo bueno (por ejemplo, diversión). De tanta repetición, finalmente se integra en nuestro día a día como un hábito más y, cuando queremos dar marcha atrás, ya ha adquirido una fuerza automatizada difícil de combatir.

La importancia de ocupar un espacio

Si nuestro día se compone de miles de hábitos inconscientes, el método de acción de la adicción es hacerse un hueco entre ellos. Para introducir en la rutina los hábitos adictivos, se deben desechar otros, que probablemente serán los saludables. Así, a medida que crece, se carcome el día a día de la persona. Todo el espacio que ocupa la adicción, se lo quita a otras actividades que quizá son esenciales.

Por ejemplo, una persona adicta a la pornografía puede abandonar su hábito de leer antes de dormir para sustituirlo por el consumo. Gradualmente puede ocurrir con otras cosas: se deja de hacer deporte por la mañana, se subestiman las horas de sueño necesarias, se abandona el desayuno a cambio de 30 minutos más… Se trata de pequeños ejemplos que poco a poco simbolizan un cambio importante.

Este abandono de los hábitos saludables va mucho más allá de dejar de llevar una “vida sana”. Porque son en estos hábitos donde se esconde nuestro desarrollo personal. Muchos adictos en etapas ya avanzadas de su adicción perciben cierto “vacío” en su vida, una ausencia absoluta de objetivos que les lleven a la autorrealización.

Profesionales de la terapia ocupacional definen las ocupaciones del día a día como una oportunidad para encontrar el sentido de la vida, según un estudio sobre este tipo de terapia en el abordaje de las adicciones (2013). Tal y como menciona el artículo, las tareas de un terapeuta ocupacional son ayudar a “retomar el sentido personal y social que tiene la ocupación con un propósito, recordar que la ocupación da una identidad y lleva a la realización humana y valorar la importancia subjetiva que tienen determinadas ocupaciones para cada persona”.

No tener una rutina sólida puede proporcionar a la persona un exceso de tiempo libre que le dificulte salir de la adicción. Sin embargo, las ventajas de desarrollar una estructura en el día a día son muchas. Puede dotar de estabilidad especialmente en los momentos de cambio, al igual que comodidad para combatir sentimientos de inquietud o confusión típicos del periodo de abstinencia.

A lo largo del proceso de recuperación, aquellos que luchan contra la adicción, luchan también contra sentimientos de irritabilidad, ansiedad, depresión, culpa, vergüenza y muchas dudas. Tener unos hábitos saludables a los que atenerse puede empoderar a la persona en su proceso, devolverle poco a poco el control sobre sí misma, dotarle de un sentido de orientación y mejorar su salud tanto mental como física.

Mis hábitos, oportunidades de protección

Por todo esto, uno de los objetivos más importantes en el tratamiento de las adicciones es restaurar la rutina sana de la persona. Este objetivo no solo aleja a las personas de la dependencia, sino que las acerca al mismo tiempo a la persona sana que desean ser.

Cada hábito saludable se considera un factor de protección ante el desarrollo de enfermedades mentales e incluso físicas, entre ellas las adicciones. Pero, ahora en año nuevo, ¿por dónde comenzar?

Los hábitos más esenciales que se pueden trabajar son ‘los de toda la vida’: establecer una hora para acostarse y levantarse todos los días (lo cual puede ayudar mucho con los trastornos de sueño asociados), la higiene personal y del hogar, los horarios de comidas, ejercicio diario o semanal, explorar nuevos intereses o actividades (especialmente si dotan de identidad: un voluntariado, trabajo o puesto en el que la persona pueda ver su utilidad)…

Aunque parezca lo de siempre y lo hagamos todos los años, proponerse metas en enero que quizá olvidemos en febrero, y volvamos de nuevo en marzo, es algo positivo. Un ligera mejoría de nuestros hábitos puede tener más impacto del que creemos.

Feliz 2025.

 

Referencias:

Blog ‘Rutinas y adicciones’.

Web ‘Hábitos saludables para combatir una adicción’.

Blog ‘La importancia de la rutina en el proceso de recuperación’.

Artículo ‘La terapia ocupacional en el abordaje de las adicciones: una revisión actualizada’ (2013).

Imagen: Pixabay.