Las emociones son reacciones psicofisiológicas generadas por las interpretaciones que hacemos de los hechos. Lo que pensamos sobre lo que nos ocurre determina aquello que sentimos, y viene acompañado de cambios orgánicos: expresiones faciales, músculos, el tono de voz… Aceptarnos como somos es el camino del éxito.

¿Para qué sirven? 

Las emociones tienen unas funciones muy concretas:

Función adaptativa. Nos ayuda a afrontar lo que ocurre, a adaptarnos a las circunstancias y a gestionar situaciones. En definitiva, nos ayuda a llevar a cabo conductas dirigidas a un fin.

Función social. Dirigida a facilitar la interacción social, gestionar la conducta de los demás y comunicar cómo nos sentimos. Por ejemplo, el estrés puede llevar a una persona a consumir pornografía para relajarse, mientras que la ira puede generar repuestas de evitación o de confrontación.

Función motivacional. Cualquier actividad se hace en una dirección y con una intensidad, que a la vez está determinada por las emociones. Si uno se encuentra en una situación que le causa alegría probablemente eso le motivará a llevar a cabo conductas de acercamiento, si está en una situación que genera tristeza, conllevará seguramente conductas de aislamiento.

¿Cuáles son?

Existen mucho tipos de clasificaciones. Una de las más utilizadas es la que divide las emociones en primarias y secundarias. Las primarias son cinco y nacemos con ellas.

Las emociones primarias son:

  • Alegría. Nos avisa de que algo nos agrada, nos ilusiona o nos motiva.
  • Tristeza. Aparece ante una pérdida, ya sea externa o interna.
  • Ira. Se presenta ante algo que obstaculiza lo que queremos o cuando nos sentimos atacados.
  • Miedo. Reacción a una amenaza.
  • Asco. Cuando algo nos produce rechazo.

Las emociones secundarias requieren un desarrollo cognitiva:

  • Celos. Aparece cuando sientes el peligro de sufrir la pérdida o disminución del amor de una persona que quieres.
  • Envidia. Nos informa de que otra persona posee algo que deseas para ti mismo con el fin de ser valorado y querido por los demás y ser feliz.
  • Vergüenza. Se presenta ante un malestar con uno mismo, que surge al tomar conciencia de una carencia física, psicológica o social.
  • Culpa. Nos avisa de que hemos hecho algo mal y va en contra de nuestros valores, creencias…

Como hemos dicho anteriormente, las emociones son reacciones psicofisiólogicas y esto hace que sea necesario saber manejarlas de forma apropiada. Para ello, hay que aprender a identificarlas y tomar conciencia de ellas para que no nos desborden. Por ejemplo, si el estrés o la ira te invaden de forma desproporcionada, necesitas bajar esos niveles de intensidad emocional para poder tolerarlo. Algunas estrategias (no sanas) que se utilizan para regular las emociones son: fumar, beber alcohol, consumir pornografía. Muchos adolescentes reconocen consumir pornografía para relajarse en época de exámenes o cuando han discutido con su padre.

Y tú, ¿cómo estás?

Desde Dale Una Vuelta te animamos a hacerte esta pregunta. Es tan sencilla como incómoda y necesaria, porque te obliga a describir tus emociones y ponerlas una etiqueta. Además, las emociones se localizan en el cuerpo y para aprender a detectarlas necesitamos prestar atención a nuestras sensaciones físicas. Algunas pistas:

  • ¿Tienes tensión o alguna molestia en algún lado?
  • ¿Estás sudando, sin motivo aparente? ¿Ligeros temblores?
  • ¿Sientes una opresión en el pecho? ¿Notas palpitaciones en el pecho?
  • ¿Cansado sin ninguna razón que lo justifique?
  • ¿Qué hago frente a la ira, la ansiedad y otras formas de estrés? ¿Soy capaz de mantener el autocontrol cuando tengo estrés?
  • ¿Cómo me comporto después de un día muy duro? ¿Con qué frecuencia hablo gritando a los demás?
  • ¿Cuáles son mis mejores y peores momentos? ¿Varían de un día para otro?
  • ¿Cómo abordo las situaciones personales problemáticas de cada día? ¿Escucho a los demás?
  • ¿Abordo los conflictos sociales de forma sensata? ¿Considero las alternativas antes de decidir una vía de acción?

El trabajo propio de identificación de emociones te va a ayudar a tener otras opciones de “descanso emocional” alejadas, por ejemplo, de la pornografía. Nada descansa más que saber cómo somos, con nuestras victorias y derrotas, nuestras capacidades y limitaciones, y reírnos un poco de nosotros mismos.

¡Atrévete a mirar dentro de ti! Será el primer paso para afrontar el verano de una manera sana y a gusto contigo mismo. Y además descansarás el doble.