Según informes de la Comisión Europea, entre 2015 y 2016 hubo un total de 20.532  ‘víctimas registradas’ (identificadas y presumidas) de tráfico de personas en la UE. No obstante, seguramente el número real sea muy superior, ya que muchas víctimas quedan sin registrar. Las mujeres y las niñas siguen siendo las más vulnerables (68 %), mientras que los menores son el 23% de las víctimas registradas. La trata con fines de explotación sexual sigue siendo la más extendida (56%), junto con la de explotación laboral (26 %).

Uno de los problemas para abordar esta lacra es que no hay límites claros en las definiciones de tráfico infantil. En algunos casos, el tráfico esta muchas veces vinculado con el matrimonio forzado, la violencia de género, la mendicidad, el trabajo forzado, la esclavitud, la prostitución, la pornografía infantil y otras formas de abuso sexual. A veces se usan niños como soldados o actividades delictivas como el robo, el tráfico de drogas, la extracción de órganos y la venta de neonatos. Aunque no siempre es así ni sucede siempre del mismo modo. Esto influye en la complejidad a la hora de recopilar datos estadísticos válidos y aceptados.

Además, son varias las circunstancias de gran alcance que facilitan el tráfico, como  los conflictos armados, los desastres naturales, y sobre todo (al menos en Europa), la migración. No obstante, muchos países de la UE han desarrollado o están desarrollando políticas y programas para combatir el tráfico, además de campañas de sensibilización. La UE ha publicado varios documentos que resaltan la importancia de la trata y ofrecen un marco legal y político específico y centrado en la víctima para combatir y prevenir la trata de seres humanos. El foco de sus medidas está centrado en los siguientes puntos:

  • Mejorar la recogida de datos por parte de los Estados miembros, sobre todo en cuanto a sexo, edad, tipos de explotación y nacionalidad de víctimas y perpetradores. Para esto es necesaria también la colaboración interdisciplinaria entre pediatras, psicólogos, trabajadores sociales, educadores profesionales, autoridades y demás sectores. Los profesionales de la salud tiene que estar particularmente bien formados para identificar deficiencias mentales, somáticas, problemas nutricionales, dermatológicos, infecciones sexuales, estrés postraumático y demás síntomas. Es necesario advertir las anomalías para colaborar con las autoridades.
  • Combatir la cultura de la impunidad. La normativa de la UE permite tipificar como delito el uso consciente de servicios prestados por víctimas de la trata. Además, se pretende impulsar la cooperación transnacional a la hora de aplicar la ley y la cooperación judicial, además de fomentar la cooperación con los países que no pertenecen a la UE para poder identificar a los traficantes y aplicar los trámites legales convenientes y así conseguir el cese de su actividad ilegal.
  • Garantizar el acceso de las víctimas a la justicia, animando a los Estados miembros a aplicar la legislación nacional, garantizando que existan instrumentos que permitan identificar cuanto antes a los afectados y a aquellos más susceptibles de ser víctimas, facilitando el acceso a la indemnización e impulsando la formación y el desarrollo de las capacidades de los profesionales en este campo.

Para más información, se puede consultar, por ejemplo, la nota de prensa de la Comisión Europea en la que se apoya parte de esta artículo, la Comunicación donde se hablan de las medidas concretas o la Directiva europea contra la trata de seres humanos, adoptada en 2011.

Mariaje Ruiz, periodista.