En un reciente estudio (1) sobre consumo de pornografía entre jóvenes universitarios, llevado a cabo en España, se estudiaron algunas percepciones, actitudes y conductas que se desprendían del visionado más o menos frecuente de estos materiales. En este artículo resumimos algunas de las ideas de ese trabajo. En primer lugar, se podría empezar por las percepciones iniciales, básicas, y los motivos de por qué es tan consumida la pornografía. Serían los siguientes:

  • Oferta amplia, ilimitada.
  • Curiosidad que activa el proceso.
  • Consumo unido a la masturbación.
  • Orientación de la conducta.

También es interesante averiguar cómo se construye el imaginario sexual de los jóvenes. Algunas ideas de fondo que pueden conducir al consumo de contenido sexual sería búsqueda de información sobre el inicio de la relación sexual, los preliminares, la diversidad corporal, las prácticas sexuales, la estimulación, los accesorios, la duración, etc.

Algunos mitos, y con ellos las percepciones creadas alrededor de la nueva pornografía, serían los siguientes:

  • La sexualidad es lo que se ve en el porno.
  • En la sexualidad todo es válido.
  • El sexo se reduce a excitación y orgasmo.

Estas concepciones distorsionadas generan una cultura del porno que se normaliza entre los consumidores habituales, que suelen ser varones. A la vez, provocan unas consecuencias en las percepciones, conductas privadas y sociales. 

Las actitudes, un reflejo del consumo

Una primera conclusión sobre las actitudes que lleva consigo la habituación a la pornografía es la ausencia de un proceso de conocimiento, seducción, afectos, en las relaciones interpersonales.

También se puede observar la ausencia del uso de preservativos en la pornografía habitual. De igual modo, hay tres factores clave, para una sexualidad mínimamente saludable, que tampoco se desprende de este tipo de contenidos: el placer compartido, el vínculo seguro y el consentimiento.

Conductas, cultura y relaciones interpersonales

Es razonable que un consumo de pornografía frecuente y con un contenido variado, conlleve unas conductas de riesgo, en diferentes ámbitos personales y sociales. Por ejemplo, cada vez es más común grabaciones en vídeo a otras personas, ejercer violencia sobre la mujer, o pasar al acto -pago por sexo, por ejemplo- como un modo de experimentar lo que se ha visto en esas imágenes o vídeos. En este sentido, no es de extrañar que el aumento de enfermedades de transmisión sexual, en España, no haya dejado de crecer en los últimos años. 

Los efectos del consumo habitual de pornografía en las relaciones interpersonales se pueden resumir en estos parámetros:

  1. Afecta mayoritariamente a los hombres.
  2. Cambia las percepciones.
  3. Modifica las actitudes interiores, las motivaciones.
  4. Cosifica a las mujeres.
  5. Cambia las prácticas sexuales.

Nos encontramos, en definitiva, en una sociedad pornificada que va tejiendo, poco a poco, unas relaciones interpersonales altamente sexualizadas.

 

Fuentes:

(1) Consumo de pornografía entre jóvenes universitarios: actitudes y prácticas de riesgo. Ballester, L., Rosón, C., Gómez, R., Martínez, F., Facal, T. (2020).

Pornografía y educación afectivo-sexual.  Ballester, L., Rosón, C., & Facal, T. (Coord.),Barcelona, Octaedro, pp. 27-80.