Presumimos de modernidad y libertades, sin embargo dentro de nuestras hogares todavía nos encontramos muy lejos de poner en práctica estos conceptos teóricos que tanto nos gustan.
Conversar con nuestros hijos de sexualidad o de pornografía es un tema que todavía sigue generando vergüenza o miedo en las familias y en los colegios. Se suele pensar que al hablar de temas complejos, íntimos, difíciles se fomenta lo que se quiere evitar: ocurre, por ejemplo, con el suicidio o el sexo.
Pero la realidad es tozuda y sobre todo totalmente antagónica. Hablar siempre es bueno, sobre todo si hay motivos y argumentos razonados.
¿Qué podemos hacer entonces?
Aquí dejamos algunos consejos:
- Comunicación. Hablar de sexualidad con nuestros hijos, servirles de referentes no solo en nuestro éxito profesional o social, si no también en el desarrollo sano de nuestra sexualidad. Si no lo hacemos dejaremos su educación sexual en manos de amigos o de la pornografía de internet.
- Motivaciones. Preocúpate por las causas que llevan al adolescente a actuar de esa manera; no juzgues la acción en sí; trata de entender las razones (más bien, emociones) de su comportamiento.
- Libertad. Permite que se equivoque y aprenda de su errores, fomenta su autonomía y libertad, no la restrinjas.
- Orientación. Guíale en el camino: proponle estrategias, cambios, soluciones alternativas…
- Conocerse. Fomenta un desarrollo afectivo sano del niño para que sea capaz de reconocer sus emociones y que vaya aprendiendo a regularlas.
- Apoyo. Hazle ver que aunque falle, tú siempre vas a estar ahí de forma incondicional.
- Recursos. Una buena idea es tener libros o películas en casa que puedan generar este tipo de debates para que no parezca una conversación invasiva y juzgadora, si no que se pueda hablar con naturalidad de estos temas sin vergüenza. O asistir a un taller o sesión con él que trate estos temas.