Una historia más, una vida como cualquier otra, que pasa desapercibida, que transcurre con aparente normalidad. Pero la procesión, el sufrimiento, como se suele decir, va por dentro. Agradecemos al autor su transparencia, su valentía, su tiempo. Nada da más satisfacción que reconocer la fragilidad propia, mirar el futuro con pasión y comenzar a cambiar.

 

Todo comenzó a los 12 años cuando visité mi primera web pornográfica a raíz de un libro con ilustraciones sexuales que tenía una familiar mía en su casa. En aquel entonces Youtube, e Internet en general llevaban pocos años en desarrollo, con lo que el material y las imágenes a las que me vi expuesto no eran lo que son hoy en día de extremas, abundantes y fáciles de acceder. De igual forma, conseguí ese acceso desde una edad muy temprana, donde ya desde el principio desarrollé fetiches inducidos por la visualización constante de este material pornográfico.

Pero lo peor comenzó a los 15 años, cuando se volvió mucho más accesible al tener mayores velocidades de internet y muchísimo más contenido publicado. Recuerdo la etapa de los 15 a los 18 muy larga, dura, y consumiendo pornografía (con masturbación) una media de 3-4 veces diarias, llegando alguna vez a las 6-7 veces en un solo día. Sin embargo, durante todo este tiempo nunca visualicé ni me pregunté o cuestioné si era un comportamiento malo para mí (u otros). Y es que a pesar de que ahora con mis 26 años lo tengo clarísimo, no todo en la vida se tiene tan por sabido cuando se es inocente. Al mismo tiempo que intentaba mantener unas notas altas por presión familiar, me consumía cada vez más en la oscuridad de un cuarto iluminando mi cara con una pantalla. Numerosas caras con ojeras, ojos rojos, falta de energía, falta de motivación, ansiedad, depresión, pensamientos suicidas, malas posturas, irritabilidad constante, ningún tipo de cuidado físico o mental… eso era mi día a día de adolescente. Evidentemente no es necesario que diga que durante todo ese tiempo el sexo real o las interacciones sociales eran algo inalcanzable y que ni siquiera despertaban mi interés (ahora sé muy a ciencia cierta que mi sistema de recompensas estaba destrozado por todo el porno que veía y todas las horas que echaba a jugar videojuegos).

Para mí todo cambió antes de cumplir los 20, cuando vi una película llamada Don Jon, protagonizada por Joseph Gordon-Levitt, donde el protagonista decía disfrutar más del porno que del sexo y las relaciones reales, que no le llenaban tanto. Hasta que un día eso cambia cuando deja de consumir porno durante una semana. En ese momento empecé a hacerme mil preguntas… “¿y si es la razón de que esté deprimido siempre?, ¿y si es la razón de por qué no tengo nunca energía? Esto me hizo investigar si se podía tener dependencia o no sobre esto. Evidentemente no me llevó mucho descubrir a más personas como yo. Leí mucho contenido del Reddit NoFap (que a día de hoy no considero adecuado, pues mi opinión es mucho más madura y basada en la ciencia y la psicología) y eventualmente videos de canales en youtube de “Nofappers” que me ayudaron un montón.

Empecé a dejar de consumir. Empecé a apuntar los días que llevaba sin hacer ese comportamiento, las rachas. Y fue un cambio impresionante. De repente me sentía como si todos los males se fueran completamente de mi vida. Claro que, como bien se aprende de toda adicción, no todo es siempre tan bonito. Y esto es porque las recaídas vinieron. Y me ayudaron muchísimo a aprender sobre mis tendencias psicológicas: perfeccionismo desmedido, falta de control ante impulsos (videojuegos, comerme las uñas, compra compulsiva, etc.), falta de autoestima, pensamientos muy irracionales y completamente distorsionados de la realidad… Me empecé a sentir mucho mejor después de empezar a ir a terapia con 22 años y tras haberme leído Feeling Good, un libro sobre terapia cognitivo conductual de David Burns, un psicólogo estadounidense pionero en este tipo de terapia tan aceptada y extendida hoy en día. Me di cuenta que el porno no era el mayor de mis males. Mi consumo de porno era el síntoma de muchas otras cosas internas que me estaban sucediendo y que gracias a la terapia y los ejercicios que aprendí, fui desenrollando dichos pensamientos, hábitos y todo aquello que podía influirme negativamente en general o llevarme a actuar ante impulsos.

Desgraciadamente, los videojuegos son una fuente de placer muy elevada para mí, pero no sabía controlar su uso. Y al final me llevaron a jugar una cantidad de horas que, sumadas a las que dedicaba a ver porno, no me dejaban tener tiempo para poder realizar un sinfín de otras actividades menos estimulantes pero completamente más saludables y que en el fondo me hacían sentir genial: cocinar (sobre todo aprender a cocinar saludable, y eventualmente pasar a una dieta vegetariana al principio y vegana después, de las mejores decisiones que he tomado en mi vida), hacer ejercicio, forzarme a quedar con amigos y salir de casa aunque fuera a hablar en el banco de un parque, llamar más a mis familiares, sustituir los videojuegos y las series por la lectura (al principio de manera excluyente, luego aprendí a repartir este ocio entre ambas cosas sin dejar de lado la lectura), aprendí a tocar la guitarra, aprendí italiano e inglés, empecé a meditar muy a menudo, a dibujar de vez en cuando… en fin, toda una cantidad de hábitos sustitutivos que con el paso del tiempo me hacían sentir estupendo conmigo mismo, a diferencia de la pornografía. La adopción de esta serie de hábitos fue lo que cambió radicalmente la situación para mí, y no quiero dar el mensaje de que es necesario hacerlos o debas hacerlos todos para mejorar, pues eso tan solo alimentaría que fuera abrumador dar el primer paso por cambiar. Sin embargo, son muy interesantes pues creo que a muchas personas les podría beneficiar realizar alguno.

Esta adicción es una mierda, y siento el vocabulario, pero es lo que me sale después de sufrirla y digo sufrirla porque se sufre MUCHO durante estos 11 años de mi vida. Ojalá la primera racha que empecé hubiera sido la última, pero por desgracia en mi caso no ha sido tan fácil. Muchísimas recaídas, métodos para parar, bloquear, mejoras en el tiempo han pasado por mi recuperación, y a día de hoy todavía sigo intentando salir de ello. Deseo que llegue el día en el que pueda mirar atrás a esto como algo que no es reciente o que no está activo en mi vida.

Sin embargo, no quiero desmotivar a nadie. Y es que es posible salir de esto y además en el proceso hay una puerta gigantesca de mejora personal y de aprendizaje que a la larga en muchísimas otras áreas de nuestras vidas podemos llevarnos. Sé que ese es mi caso, y que hace mucho lo pasé muy muy mal y que ya no estoy en ese punto, con lo que a cualquiera que esté pasando algo similar solo decir que hay luz al final del túnel. La vida no es una línea recta. Pero mientras en el fondo de nuestra mente siga esa idea de que la pornografía es un problema en nuestras vidas y que no nos conviene, seguiremos luchando y no abandonaremos (ni aunque digamos “me rindo!” pues es imposible mirar atrás una vez te has dado cuenta de lo importante que es la presencia de este demonio en nuestras vidas).

Mucha fuerza, mucho ánimo y sobre todo mando un abrazo virtual para hacer saber a todas esas personas que estén pasando por esto, que NUNCA estarán solas, hay gente maravillosa y muchos profesionales de la salud que están dispuestos a escuchar sin prejuicios, a ayudarte y sobre todo a no hacerte sentirte solo ante esto.

Muchas gracias por leer mi historia y ojalá pueda servir de ayuda a alguien más.