Un nuevo testimonio que nos llega a la web y compartimos aquí con el permiso y deseo del propio autor. Solamente hemos reducido un poco el texto y corregido pequeños detalles gramaticales. Puede parecer mejor o peor, exagerado o no, pero lo indudable es que se trata de la experiencia real de una persona real. Agradecemos al protagonista su valentía al contarlo.

 

Soy un chico de 21 años y mi historia con la pornografía y la masturbación empezó a los 14. Tengo claro que mi cerebro a lo largo de todos estos años, ha desarrollado como «rutas» nerviosas que hacen que me enganche rápidamente si veo algo erótico. Una de las cosas que me he dado cuenta que me pasaban es que llevaba un tiempo que no sentía nada por las mujeres, ninguna chica me gustaba, pensaba que todas eran iguales y que no tenían nada que me llamará la atención.

Otra de las cosas con las que he sufrido mucho fue en el ámbito social, era como si no tuviera ganas de conocer a personas, hacer amigos, salir con ellos, vivía marginado, sin amigos, y si conocía a alguna otra persona, yo era como alguien raro, tenía baja autoestima, no podía conseguir ser yo mismo, le daba vueltas en mi cabeza a cualquier cosa. Lo peor de todo es que cuando entablaba una conversación con una mujer, cuando la miraba a la cara, se me venían automáticamente a la mente imágenes que había visto en el mundo del porno, y no podía concentrarme en la conversación con ella. Esto me pasaba cuando a diario me conectaba a ver unas dos o tres horas de pornografía. No era solo ver pornografía, también iba unida a la masturbación.

Todo esto me llevaba a vivir como un zombi, como si estuviera en Babia; no me comunicaba con mi familia, incluso si nos visitaba algún familiar yo me sentía incómodo, porque era tener contacto con una persona y yo no estaba preparado porque vivía en mi burbuja, que era todos los días hacer lo mismo, la misma rutina, así me fue como dos años, terminé el bachillerato, pero aunque tenía capacidad para sacar buenas notas que me permitiera entrar a estudiar una carrera en la que pedía una nota de corte alta, no lo he conseguido. En ese momento en que miraba a mis compañeros de clase que conseguían entrar a la universidad me comparaba con ellos y sabía que algo en mi vida estaba haciendo mal.

Empecé a informarme sobre la masturbación, sus efectos, la pornografía, me hacía preguntas, como por qué nos ofrecen la pornografía de forma gratuita, cuando se gastan una pasta en grabar escenas, pagar a los actores, etc… La verdad es que el hecho de ofrecerla gratuitamente es para captar a personas como yo. Sabían que este mundo sucio era adictivo y si captaban a las personas, esta adicción les iba a llevar a gastar dinero tarde o temprano, de hecho yo lo hice. Con la pornografía, las imágenes que nos muestran no se parecen a la realidad y hacen que veamos a las mujeres de nuestro entorno de forma negativa.

Lo bueno de dejar la pornografía es que, si cambias tu forma de vivir, te levantas cada día para hacer cosas diferentes, ves el mundo de forma diferente, te atreves a mejorar y buscar objetivos, hacer cosas diferentes. Lo bueno es que el cerebro humano, igual que forma esas rutas cerebrales con la pornografía que había visionado, también puede crear rutas nerviosas a través de las cosas nuevas de cada día. Se debe conseguir que de la misma forma que tu cerebro libera dopamina que te empuja a ver porno, que también lo haga para salir de casa, conocer gente, estudiar, hacer running, y mil cosas más.