Es muy común confundir la sensación de soledad con estar solo, y aunque muchas veces vayan de la mano, no son lo mismo.

Estar solo no es lo mismo que sentirse solo. Lo primero es inevitable en algunas ocasiones. Lo segundo depende de ti, de tu estado de ánimo. Muchas veces puede ocurrir por un cúmulo de problemas (personales, de trabajo, familiares, etc.) que no has resuelto con efectividad, o incluso no sentirte comprendido. La soledad o aislamiento, duele; la interior y psicológica genera sufrimiento, mata y es irreal.

Hay ocasiones en las que, aunque estemos acompañados o rodeados de gente, podemos llegar a sentirnos solos. Muchas veces te preguntarás, ¿por qué me siento solo? Este tipo de cuestiones te pueden introducir en un espiral de emociones, pensamientos o ideas que bien puedan reforzar este pensamiento o buscar métodos para afrontarlo. La sensación de soledad puede aparecer por distintos motivos: carácter, problemas, inseguridades, comodidad, etc. Otras preguntas que nos podríamos plantear para fijarnos en qué es lo que me hace sentir solo son: ¿Intento buscar una salida? ¿O culpo al mundo de todos mis males? Como hemos visto en post anteriores, estas emociones tienen un origen y nos pueden dar un mensaje de lo que está pasando en nuestra vida.

Distintas investigaciones nos muestran que la emoción que siente la persona cuando experimenta una sensación de soledad, es ansiedad. Es un nivel de ansiedad que varía mucho en función del contexto que envuelve esta sensación de soledad, de repente, podemos percibir algún malestar físico, como un hormigueo, dolor de cabeza, cansancio, etc. Incluso nos damos cuenta que nuestros pensamientos no están siendo muy agradables con nosotros mismos. Hay que reconocer que es lo normal: se trata de una respuesta ante un pensamiento o estímulo, incluso podríamos ver el lado positivo y aprovechar esta sensación como una motivación para explorar qué es lo que esta pasando en nuestra vida actualmente, así como qué podríamos hacer para que esta sensación de soledad pueda desaparecer. Lo que podríamos llamar negativo es no saber gestionar esta sensación de soledad.

Se ha visto que el uso de pornografía puede servir como una estrategia de regulación emocional (gestionar tus emociones). Pero esta aseveración contiene una trampa, puesto que la ciencia y los testimonios confirman que después del uso de pornografía se vuelve a producir la sensación de soledad. Un «bajón» con todas las letras.

La pornografía puede llegar a bajar esta ansiedad en el momento en el que se usa; es como una especie de paliativo para la ansiedad que se siente en estas ocasiones, pero que en definitiva, no nos salva de la soledad, más bien la puede incrementar con el paso del tiempo. Ahora no solo hablamos de la sensación, si no de la situación física y social de la persona, pudiendo generar un aislamiento. Las soluciones se encuentran antes, o en el momento en el que tengas esta sensación. Evita estar solo e intenta gestionar los pensamientos que hagan sentirte solo, ten proyectos, amigos, ilusiónate con el mañana, con tu vida y la de los demás.

Una pequeña herramienta para hoy. En esas horas más solas, donde el porno acecha detrás de cada pensamiento:

coge el móvil,

chatea con un amigo, con dos, con tres;

pregúntales sencillamente qué tal, cuéntales algo, ponte en su piel.

Y de repente, te alegrarás por haber hecho algo útil.

Recuerda: eres libre y tienes recursos para no sentirte solo. Y si no te lo crees, al menos aquí estamos para acompañarte.

Si quieres disfrutar de un contenido muy similar, pero más dinámico y llevadero, te invitamos a buscar el sexto vídeo del kit de emergencia «Soledad» en nuestro canal de youtube.