El 4 de junio es el Día Internacional de los Niños Víctimas Inocentes de Agresión. Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), es el día en el cual se conmemora, “el dolor que sufren los niños en todo el mundo que son víctimas de maltratos físicos, mentales y emocionales,” y reafirma el compromiso del organismo de proteger los derechos de los niños (ONU, 2020).

Hay más de 250 millones de niños que viven en lugares afectados por los conflictos, y la agresión hacia los niños incluye tragedias como el reclutamiento como soldados, secuestros, carencia de acceso a la ayuda humanitaria, y la violencia sexual. Sin duda son los más vulnerables y más afectados en los conflictos. Pero hoy vamos a hablar de una agresión menos visible: el abuso sexual infantil dentro de la industria del porno.

Es menos conocida pero igual de perjudicial que las otras: la pornografía infantil. Las organizaciones que se dedican a luchar contra el abuso sexual infantil como la Federación de Asociaciones para la Prevención del Maltrato Infantil (FAPMI) o la Fundación RANA (Red de Ayuda a Niños Abusados) afirman que la pornografía infantil es uno de los retos crecientes a los que se enfrentan (Negredo y Herrero, 2016).

Esta tendencia se vio claramente durante el confinamiento. La Unidad Central de Ciberdelincuencia del Gobierno (UCC) registró que el consumo de pornografía infantil aumentó en 21.000 descargas por semana desde que comenzó la cuarentena.

Este aumento en la pornografía infantil no solo se ha dado en España, sino a nivel global. En el mes de marzo en EEUU, se registró el doble de descargas de imágenes pornográficas, dos millones- (Attanasio, 2020). En Italia, también se dobló la cantidad de denuncias relacionadas con la pornografía infantil en marzo; la única disminución que se registró fue en la edad de los menores explotados– ahora un promedio de 10-13 años (Attanasio 2020).

¿Qué es exactamente la pornografía infantil?

Según el Código Penal, la pornografía infantil se identifica como, “material visual en el que aparezcan personas menores de 18 años participando en una conducta sexualmente explícita, o cuando el foco de la imagen se centra en los genitales del/la menor,” incluyendo también, “imágenes realistas de menores participando en conductas sexualmente explícitas, aunque no reflejen una realidad sucedida,” como las imágenes generados por ordenador. Es un delito su producción, difusión, su adquisición y consumición.

Sin embargo, aunque la gravedad del crimen se conoce, el impacto que tiene en las víctimas -los niños- es algo que queda difuminado. La explotación sexual a través de la pornografía infantil deja grandes huellas psicológicas, emocionales y físicas en las víctimas. La producción de la pornografía infantil de por sí, deja secuelas tan profundas que el bucle de revictimización en muy complejo de curar en los niños aunque pase mucho tiempo. Según la fundación estadounidense Fundación Vidas Inocentes (Innocent Lives Foundation), el abuso que sufre un niño o una niña por la pornografía infantil puede derivar en depresiones, trastornos mentales, traumas y enfermedades de transmisión sexual. A diferencia de otras agresiones, la pornografía infantil crea la posibilidad de una continua revictimización del menor ya que el contenido abusivo es casi imposible de eliminar una vez publicado y se puede difundir de forma indefinida por las redes, en aplicaciones de contenido audiovisual y en plataformas de videojuegos.

¿Cómo llegan a ser víctimas los niños?

 Hay varias maneras en la que un niño o una niña puede llegar a ser víctima de este delito. La enciclopedia de fuerzas policiales en EEUU indica las siguientes:

1. En primer lugar se puede producir como consecuencia de una situación en la que el niño o niña se encuentre en una red de prostitución.

2. En segundo lugar, en un 90% de los casos, el agresor es un conocido o incluso un familiar (DOJ, 2000). Ellos mismos pueden fotografiar o grabar el abuso, convirtiéndose en los principales productores de pornografía infantil.

3. En tercer lugar, y una de las más crecientes, es utilizar la técnica llamada grooming, en la cual el agresor se introduce en la vida del menor, a través de las redes sociales y videojuegos. El agresor empieza a ganar confianza con el niño, estableciendo una relación a lo largo de varias semanas o meses. Le engaña, mintiendo sobre su identidad, con la finalidad de conseguir que el menor se grabe y le envíe contenido sexual, que se suele utilizar para chantajearle más adelante.

En este día de los Niños Víctimas Inocentes de Agresión, desde Dale Una Vuelta, os animamos a informaros y concienciaros de la existencia de esta cruda realidad, de cómo los niños se pueden convertir en víctimas de una red de pornografía infantil. Este mundo deja cifras tan alarmantes como la de que cada siete minutos se muestra en internet a un menor siendo objeto de abusos sexuales.

¡Protégeles!

 

Fuentes:

Attanasio, A. (2020, abril). El dramático incremento del consumo de pornografía infantil durante el confinamiento por el coronavirus. Recuperado de https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-52385436

Organización de las Naciones Unidas. (2020). Día Internacional de los Niños Víctimas Inocentes de Agresión. Recuperado de https://www.un.org/es/observances/child-victim-day

Negredo, L., & Herrero, O. (2016). Pedofilia. Fuentes Documentales. Bienestar y protección Infantil. Recuperado de https://www.bienestaryproteccioninfantil.es/fuentes1.asp?sec=23

U.S. Department of Justice. (2000). «Sexual Assault of Young Children as Reported to Law Enforcement: Victim, Incident, and Offender Characteristics.» Bureau of Justice Statistics. Recuperado de http://www.bjs.gov/content/pub/pdf/saycrle.pdf.