El documental breve que está realizando la plataforma estadounidense “Fight the New Drug” incluye el testimonio de Greg Ory, el actor mejor valorado de toda la historia de la industria pornográfica. La experiencia de Greg hace reflexionar:

“En los años 80, fui a California persiguiendo ser actor. Todo me fue realmente bien, tenía un manager un agente, me sentía orgulloso de lo que había conseguido sin demasiado esfuerzo. Pero justo por aquel entonces, empezó un momento de crisis en la industria del cine y la gente empezó a pasar hambre”.

Greg tenía unas motivaciones diferentes en su vida, un sueño que perseguir y por el que luchar. Pero ciertas dificultades en el camino hicieron que la vida de Greg diera un giro de 180º.
 

 

“En esos complicados días recibí una llamada inesperada para realizar una película porno, yo tenía claro que eso arruinaría mi carrera, pero necesitaba comer así que decidí hacer mi primera película pornográfica”.

Fruto de la desesperación, la mala situación económica y la falta de motivación, Greg decidió comenzar en el mundo de porno.

“Me convertí el actor más premiado de la industria pornográfica, el más valorado, el mejor pagado de todos los tiempos, todo era demasiado fácil”.

Empezó a recibir un reconocimiento de gran magnitud, era admirado y querido entre las personas cercanas de la industria.

“Cada vez tenía más y más dinero, mi madre no sabia nada, le dolió, le impactó, le supuso un tormento”.

Empezó a disfrutar del dinero sin pensar en las posibles consecuencias negativas que podía tener su nuevo trabajo en la familia, las relaciones personales o sociales.

“Se me olvidó lo que era el amor, ya no pensaba en el amor, miraba a las mujeres como objetos, no había emoción que envolviese al acto de hacer el amor… ¿Qué es hacer el amor? Yo hago sexo por dinero soy un prostituto, dejé de sentir”

La manera de concebir las relaciones sexuales en la pornografía empezó a dejar huella en su propia visión personal sobre el mundo, sobre los afectos y sobre la mujer.

“Tenia que ir a trabajar para hacer porno, para poder pagar las drogas que me hacían dejar de sufrir el dolor que me producía el porno”.

Pero no sólo obtenía dinero y reconocimiento si no que empezó a sufrir a nivel emocional e incluso físico…

“Lo que la pornografía me hizo es cambiar la forma en la que pensaba y sentía sobre la mujer, empece a verlas aún más si cabe como objetos sexuales”.

Aquel Freg que fue en busca de un trabajo cinematográfico, se quedo por el camino, había dado un cambio radical, transformando incluso sus propios valores y creencias sobre la vida debido a verse inmerso en un nuevo mundo en el que su antiguo yo no tenía cabida.

Un día Greg volvió a casa y decidió nunca más hacer pornografía, desde entonces sigue sin hacerlo y comparte esta increíble experiencia para que la sociedad reflexione sobre el consumo de pornografía y su posible impacto en las personas.