Según el Protocolo de las Naciones Unidas, la Trata de personas consiste en la captación, traslado y recepción de personas, bajo amenaza o por el uso de la fuerza, secuestro, engaño, abuso de poder o de una posición de vulnerabilidad, para conseguir que una persona tenga bajo su control a otra, con fines de explotación. Ésta puede incluir la explotación de la prostitución ajena u otra de índole sexual o trabajo forzado. El consentimiento de las víctimas de trata de personas hacia sus explotadores es irrelevante cuando cualquiera de las formas mencionadas ha sido utilizada.

Como destaca Borja Fernández Burgueño (2017), uno de los objetivos de la trata con fines de explotación sexual es la creación de pornografía. Así, se abordará este fenómeno vinculándolo con la producción y consumo de material pornográfico, ejemplificando su dinámica en España.

La pornografía no es novedosa pero, en un contexto de globalización de los servicios de Internet, se ha expandido inconmensurablemente, siendo hoy uno de los negocios ilegales más lucrativos a nivel mundial y conectado con otros, como el de drogas o prostitución. De hecho, la palabra “pornografía” nace de la unión de dos palabras griegas, pórne (prostituta) y gráphein (escritos), entendiéndose entonces como escritos sobre prostitución.

Prostitución y pornografía, primas hermanas

En este contexto, la pornografía se ha modernizado y adaptado a las pautas de consumo globales, alcanzando millones de usuarios con la creación de infinidad de páginas web. Al mismo tiempo, las formas de explotación sexual también se han modernizado y vinculado con la pornografía, al formar parte de una misma industria cuya base radica en la mercantilización del cuerpo femenino. Según un informe de Fight The New Drug (2019), en 9 países, un 49% de mujeres sexualmente explotadas afirmó que se grabó material pornográfico mientras eran prostituidas.

Rocío Nieto, presidenta de la Asociación para la Prevención, Reinserción y Atención a la Mujer Prostituida (APRAMP), comenta que España es “el primer país de Europa que está demandando carne humana, en concreto de mujeres y niñas, para la prostitución. El tercero en el mundo” (Valdés, 2019).

Teniendo esto en cuenta, puede establecerse una clasificación de las redes de trata a nivel internacional, considerando como países exportadores de víctimas a los pertenecientes a las regiones de África subsahariana, Latinoamérica, Europa del Este y el centro-sudeste asiático. Por otro lado, los países receptores son reconocidos en las regiones de América del Norte, Centroamérica y el Caribe, Europa central y Medio Oriente.

Por estos motivos, se evidencia la sobredemanda de prostitución a nivel mundial, articulada con la masiva producción de pornografía. Esto indica que, en los países de recepción mencionados, puede existir una relación entre la cantidad de mujeres prostituidas en su territorio y la exacerbada emisión de material pornográfico.

En este sentido, España, junto con Italia y Grecia, se consolida como país receptor de inmigrantes a nivel mundial debido a su posición geográfica. De esta forma, se configura como una de las principales rutas de paso o destino de víctimas de trata, siendo estas mujeres migrantes de países pobres del Sur en busca de trabajo o captadas por redes, finalmente prostituidas.

Según la Unidad Fiscal de Asistencia en Secuestros Extorsivos y Trata de Personas en Argentina, el 98% de las víctimas de trata con fines de explotación sexual son mujeres y niñas. Shared Hope International afirma que la nueva forma de publicitar el comercio sexual se basa en la difusión de imágenes pornográficas de las mismas. Por otro lado, García Cuesta sugiere que “la trata de personas para la explotación sexual está ya siendo formalmente reconocida como una forma de violencia de género” (García Cuesta, 2012).

La pobreza tiene nombre de mujer

La industria pornográfica, junto con las redes de prostitución, atrae mujeres jóvenes a través de publicidad y ofertas de trabajo bien pagado, logrando que muchas caigan en la trampa de la prostitución online, siendo atadas al negocio mediante amenazas, aislamiento, suministro de drogas y exigencia de pago. (En España la mayoría de mujeres prostituidas son extranjeras, por ello se les exige que salden deudas contraídas en el traslado). Así vemos una particular feminización de la pobreza, factor clave de vulnerabilidad en los flujos migratorios de mujeres.

Podemos considerar entonces que el consumo de pornografía fomenta la demanda de tráfico sexual, como bien ilustra Péter Szil al decir que “la trata abastece la prostitución con materia prima y la pornografía suministra la ideología que mantiene la prostitución”, evidenciando la complejidad de la industria del sexo.

Además, como comenta Amelia Tiganus, sobreviviente de trata en España, “el problema es mucho más amplio y tiene que ver con el neoliberalismo y la globalización, porque el proxenetismo se ha convertido en una industria que no tiene fronteras, que mueve la economía de países. (…) los puteros son los que sostienen económicamente esta gran industria y, así como se fabrican putas a través del empobrecimiento de las mujeres y de la violencia sexual (…), también hay un interés en fabricar puteros (…). La pornografía, por ejemplo, es una gran herramienta para la fabricación de puteros” (Pereda, 2019).

Es importante destacar la eficacia de la industria pornográfica al momento de vender sexo, debido a su inmediatez, anonimato y su capacidad de determinar las prácticas sexuales.

A modo de conclusión, debemos abogar por una educación sexual temprana y completa, que prevenga a la juventud de las consecuencias generadas por el consumo de pornografía y de la vulnerabilidad de las mujeres a caer en redes de trata. Además, resulta imperioso desarrollar un movimiento feminista con fuertes bases teóricas interseccionales, que sea combativo con todas las formas de explotación de las mujeres, acompañado por un fortalecimiento de las políticas de prevención y protección a las víctimas de trata.

Lucía Bercholc, Universidad de Buenos Aires (Argentina).

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Fuentes:

 

  • Bonelli Jáudenes, E. y Ulloa Jiménez, M. (2001). Tráfico e inmigración de mujeres en España. Colombianas y ecuatorianas en los servicios domésticos y sexuales. Madrid: ACSUR-Las Segovias. Recuperado de: http://igualdade.xunta.gal/sites/default/files/files/documentos/satellite1_0.pdf
  • Nuño Gómez, L. y Álvarez, A. (Eds.). (2017). Elementos para una teoría crítica del sistema prostitucional. Granada, España: Editorial Comares.
  • Fernandez Burgueño, B. (2017). La trata de seres humanos en la legislación nacional e internacional y su relación con la protección internacional. Nómadas. Critical Journal of Social and Juridical Sciences. 51(2), 157-168. Recuperado de: https://doi.org/10.5209/NOMA.55490
  • Fight The New Drug. (2019). Fight The New Drug. Recuperado de: https://fightthenewdrug.org/by-the-numbers-porn-sex-trafficking-connected/
  • Pereda, Rubén. (2019). Amelia Tiganus, superviviente de una red de trata: «Estamos fabricando agresores sexuales a escala industrial». El Diario. Recuperado de https://www.eldiario.es/norte/Amelia-Tiganus-fabricando-agresores-industrial_0_914459612.html
  • Stutler, Ana. (2011). The Connections Between Pornography and Sex Trafficking. Covenant Eyes. Recuperado de http://www.covenanteyes.com/2011/09/07/the-connections-between-pornography-and-sex-trafficking/
  • Szil, P. (2018). En manos de hombres: pornografía, trata y prostitución. ATLÁNTICAS – Revista Internacional de Estudios Feministas. 3(1), 113-135. Recuperado de: http://dx.doi.org/10.17979/arief.2018.3.1.3081
  • Valdés, I. (2019). Liberadas siete mujeres prostituidas en Almería y detenidos nueve proxenetas. Madrid: El País. Recuperado de: https://elpais.com/sociedad/2019/07/30/actualidad/1564478505_030118.html